Panamá.- La Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi) afrontará en 2025 uno de los recortes presupuestarios más significativos en su historia reciente. Según la nueva recomendación del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), la institución recibirá $50 millones para el próximo año, lo que representa una reducción del 53.7 % en comparación con los $108 millones asignados en 2024. Este ajuste ha generado diversas reacciones tanto en la comunidad académica como en la opinión pública, en medio de un contexto complicado marcado por investigaciones sobre nepotismo y conflictos de interés en la institución.
Un quinquenio de crecimiento seguido por un fuerte recorte
Durante el periodo 2020-2024, Unachi disfrutó de un crecimiento sostenido en su presupuesto. En 2020, la universidad manejó $88.5 millones, de los cuales $80 millones fueron destinados a su funcionamiento y $8.5 millones a inversiones. En 2021, el presupuesto fue de $85 millones, y aunque la asignación para inversiones se redujo a $3 millones, la mayor parte de los recursos se canalizó hacia el gasto operativo.
El mayor incremento se produjo en 2022, cuando el presupuesto subió a $92.6 millones, con $86.9 millones para operaciones y $5.7 millones para inversión. En 2023, el presupuesto continuó ascendiendo a $99.4 millones, consolidando un crecimiento constante, con la mayor parte destinada al funcionamiento de la universidad.
Sin embargo, el presupuesto récord de $108 millones en 2024 marcó un punto culminante, con $103 millones destinados a gastos operativos y $4.7 millones a inversiones, reflejando una preferencia por mantener la operación de la institución sobre el desarrollo de proyectos a largo plazo.
Impacto del recorte en 2025: Ajuste financiero y tensiones internas
El recorte de más del 50 % para 2025 plantea un desafío significativo para la Unachi. Con solo $50 millones disponibles, la universidad deberá gestionar de manera eficiente sus recursos en un contexto de creciente escrutinio público. Durante su comparecencia en agosto de 2024 ante la Comisión de Presupuesto de la Asamblea Nacional, la rectora Etelvina Medianero de Bonagas solicitó la aprobación de traslados de partidas por $860,206 para pagar bonificaciones y primas de antigüedad, sin embargo, la solicitud fue rechazada. Esta negativa refleja una tensión creciente entre las necesidades financieras de la universidad y las prioridades del gobierno.
El ajuste presupuestario también llega en un momento en que entidades como la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (Antai) y la Asamblea Nacional han iniciado investigaciones sobre la gestión de la Unachi, con casos de nepotismo y conflicto de intereses en el foco. Este ambiente de escrutinio podría haber influido en la decisión de reducir el financiamiento público, con el fin de exigir mayor transparencia y eficiencia en el uso de los fondos.
Desafíos para la administración y la continuidad académica
Con el recorte presupuestario, Unachi enfrentará retos para mantener sus operaciones diarias y sus proyectos de desarrollo. La reducción de los fondos no solo impactará a la administración interna, sino también a la comunidad universitaria, que podría verse afectada por limitaciones en la contratación de personal, la renovación de infraestructuras y la financiación de nuevos proyectos académicos y de investigación.
Además, la preferencia histórica de la Unachi por destinar la mayoría de su presupuesto al gasto operativo en lugar de a inversiones a largo plazo, como en infraestructura o innovación académica, podría amplificar las dificultades derivadas de este recorte. La universidad deberá reconsiderar su estrategia de gestión, buscando fuentes alternativas de financiamiento y priorizando las áreas más críticas para su funcionamiento.
Repercusiones en el ámbito académico y político
El recorte también ha provocado un debate en el ámbito académico y político. Para algunos sectores, la reducción presupuestaria puede percibirse como una medida necesaria para controlar posibles irregularidades y mejorar la eficiencia del gasto. Sin embargo, otros consideran que el ajuste podría poner en riesgo la calidad educativa y la capacidad de la universidad para seguir cumpliendo con su misión académica.
El próximo año será crucial para la Unachi, ya que deberá encontrar soluciones para compensar la reducción presupuestaria sin comprometer su oferta educativa ni los servicios a los estudiantes. Asimismo, el escrutinio sobre su gestión financiera y administrativa continuará, con la posibilidad de que se tomen nuevas medidas para asegurar la transparencia y el buen manejo de los fondos públicos.
Mirando hacia el futuro
Frente a este nuevo panorama financiero, la Unachi está en una encrucijada: con menos recursos y mayor vigilancia sobre su administración, el futuro de la universidad dependerá de su capacidad para adaptarse al cambio y gestionar de manera más eficiente los fondos disponibles. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán clave para definir si la institución puede superar este desafío presupuestario y mantener su posición como una de las principales universidades públicas de Panamá.