Hija de esclavos emancipados, negra y visionaria en el mundo de la cosmética, Madam C. J. Walker es considerada como la primera mujer de la historia en convertirse en millonaria por sus propios medios. Desde la más absoluta pobreza construyó todo un imperio.
Persona brillante y decidida, Madam C.J. Walker luchó tenazmente por una vida fuera de la pobreza que había mamado desde niña. Lo hizo a finales del siglo XIX y principios del XX, a pesar de ser mujer y negra en una sociedad tremendamente machista y en el Estados Unidos de la era de las leyes Jim Crow, que propugnaban la segregación racial contra los afroamericanos. Además de una absoluta pionera, fue toda una valiente.
Había transcurrido dos años desde el final de la Guerra Civil estadounidense, cuando Madame C.J. Walker nació en 1867 bajo el nombre de Sarah Breedlove. Hija de dos esclavos afroamericanos recién liberados que tuvo que lidiar con la transición entre la promulgación del fin de la esclavitud hasta la integración a la sociedad y marcó un hito al convertirse en la primera mujer multimillonaria por su propio esfuerzo en el país norteamericano.
La historia de superación de la nativa de Delta, Luisiana, ha inspirado a muchas mujeres y una serie de cuatro capítulos de Netflix tiene su vida y logros como trama principal, incluso, una muñeca de la icónica emprendedora afroamericana forma parte de la colección Barbie Signature Inspiring Women de Mattel.
Por qué es una mujer importante en la historia de los negocios
Nacida en un estado sureño marcado por la segregación y la discriminación, a pesar de que el norte había promulgado las leyes de liberación y derechos ciudadanos a los afroamericanos, Walker fue la quinta de los hijos de su padre y a la edad de 7 años quedó huérfana.
Tras perder a sus padres, la joven se mudó a la casa de su hermana y su cuñado, en donde se crio recogiendo algodón y haciendo tareas domésticas. A los 14 años huyó del lugar por los constantes maltratos a los que la sometía su cuñado y la explotación laboral de la que era víctima.
En ese periodo, conoció a Moses McWilliams, con quien se casó y procreó a su primera hija, A’Lelia, a los 18 años. El matrimonio no duró mucho, ya que McWilliams falleció dos años después del nacimiento de la pequeña, tras lo cual la mujer se mudó a St. Louis y allí trabajó como lavandera, por el cual, según el portal «Elle», ganaba 1.50 dólares al día.
En St. Louis conoció a su segundo marido, Charles J. Walker, que trabajaba haciendo anuncios y que más tarde sería una pieza clave para lanzar su negocio.
A finales del siglo XIX, Sarah comenzó a padecer un problema capilar que le provocó la pérdida de cabello e intentó buscar soluciones, con productos caseros o con otros disponibles en las tiendas. En ese proceso consiguió que en 1905 ser contratada por una empresaria que triunfaba con productos para el cabello y se mudaron a Denver.
Sarah desarrolló un tratamiento para el cuidado específico del cabello de afroamericanos, el cual su marido le ayudó a promocionar bajo su nombre Madam C.J. Walke. Durante el 1907 la pareja viajó por el sur y sureste de EE.UU. haciendo demostraciones de todo el método, que incluía pomada, peines calientes y un cepillo concreto para el tipo de pelo.
Tras contraer matrimonio por segunda vez, Sarah decidió usar el nombre de Madam C.J. Walker e inclusive su marca fue llamada ‘Hair Grower de Madam C.J. Walker’.
La fórmula le permitió llegar a 1910 como dueña del Madame CJ Walker Manufacturing Company y con millones de dólares en su cuenta corriente. Venciendo racismos y prejuicios sexuales, desarrolló su compañía y se dedicó a la filantropía, dando becas, donaciones para residencias de ancianos,según señala el portal «ELLE».