El costo económico del patriarcado es un tema extremadamente complejo que involucra múltiples factores y se remonta a miles de años, por lo tanto, su cuantificación exacta puede variar según el contexto, el tiempo y la metodología empleada. Sin embargo, aunque este se tratará de un estimado breve y mayormente limitado a los negocios, podemos cifrar varios aspectos clave que ilustran cómo el patriarcado impacta la economía a grandes rasgos.
Empecemos por transitar por en el costo que les genera a las empresas los accidentes de tránsito, por ejemplo, que en muchos países, los hombres encabezan entre el 60 % y el 80 % de los mismos y que en el 2019 se estimó tuvieron un costo de más de $340 billones de dólares solo en Estados Unidos. La Organización Mundial de la Salud estimó en 2015, que cuestan a la mayoría de los países el 3% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Concentrémonos un poco ahora en la tan mencionada brecha salarial, las mujeres suelen ganar menos que los hombres por trabajos similares. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha salarial promedio en muchos países desarrollados se ubica alrededor del 13 y el 20 %. Esto representa una pérdida de ingresos significativa para las mujeres y, en conjunto, una menor contribución económica. Según el informe «The Power of Parity» de McKinsey (2015), cerrar la brecha de género en el trabajo podría agregar hasta 28 trillones de dólares al PIB mundial para 2025, un aumento del 26 % a la economía mundial. Esto muestra la magnitud del costo económico del patriarcado en términos de oportunidades perdidas.
Una perspectiva mucho peor nos muestra los altos índices de trabajo no remunerado. El trabajo doméstico y de cuidados, que recae desproporcionadamente en las mujeres, es a menudo no remunerado. Este trabajo tiene un valor económico enorme pero no se refleja en el PIB. Se estima que, si este trabajo fuera remunerado, podría representar entre el 10-39 % del PIB global, según estudios de ONU Mujeres.
Eso si nos fijamos solo en aspecto monetario, porque también, las mujeres están subrepresentadas en roles de liderazgo y en sectores mejor remunerados (como tecnología y finanzas). Esto reduce la diversidad de pensamiento en la toma de decisiones, lo que puede limitar la innovación y el crecimiento económico.
Violencia de género un golpe duro en los bolsillos de las empresas
La violencia de género es muy amplia y se presenta en la sociedad de diferentes maneras, por lo tanto, tiene costos económicos directos e indirectos, incluyendo gastos médicos, pérdida de productividad y costos legales. Un informe de CARE.org estima que la violencia de género cuesta más del 2 % del PIB global.
Pero centrándonos mayormente en lo que ocurre dentro de las empresas con respecto a la violencia de género, podríamos colocar la lupa sobre el problema del acoso sexual, que ha cobrado mayor visibilidad en los últimos años. Actualmente se están recibiendo más denuncias relacionadas con estas conductas, por lo que las empresas deben llevar a cabo investigaciones imparciales y que garanticen que las personas que denuncian no sufrirán represalias.
En los Estados Unidos una encuesta de ABC News y The Washington Post en 2017 arrojó que más de la mitad de las mujeres de ese país ha sufrido insinuaciones sexuales inapropiadas y no deseadas de los hombres, una de cada tres en el trabajo y en uno de cada cuatro casos por parte de sus jefes.
Presentar un reclamo contra un perpetrador puede ser un proceso desalentador y desafiante, sin embargo, el monto del acuerdo para los casos de acoso sexual, por ejemplo, en el Estado de California, puede oscilar entre decenas de miles de dólares y millones de dólares.
No existe un límite de compensación específico para casos de acoso sexual o cualquier otro tipo de caso de discriminación laboral, aunque hay límites a nivel federal. Pero por lo general, el monto promedio de los acuerdos por casos de acoso sexual en Estados Unidos parece ser de alrededor de $50,000. Aunque, la cadena de restaurantes Red Robin International, Inc. acordó este año pagar US$600,000 a cuatro ex empleados y brindar otras medidas cautelares para resolver una demanda por acoso sexual.
De igual manera, podemos destacar el caso de las empleadas latinas de la constructora Focus Plumbing que fueron objeto de avances sexuales no solicitados, y que recibieron un acuerdo de US$500,000 en 2022 por parte de la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo de los Estado Unidos (EEOC).
Si nos fijamos en Latinoamérica, las cifras que deberían pagar las empresas por acoso sexual son astronómicas, de no ser por la falta de educación legal de nuestros países, ya que por ejemplo, un estudio de la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung y Grow Genero del 2022, arrojó que en Argentina 78 % de las personas indicaron vivir o haber vivido situaciones violentas en sus espacios de trabajo (81 % mujeres vs. 58 % de los varones). En México, al menos 7.9 millones de mujeres han vivido violencia en el trabajo, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2021.
En el caso de República Dominicana, según datos de una encuesta experimental sobre la situación de las mujeres dominicanas (Ministerio de la Mujer, 2019) el 68,8 % de las mujeres mayores de 15 años han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de toda su vida y en el 21,3 % de los casos las situaciones de violencia y acoso se desarrollan en espacios de trabajo (Ministerio de la Mujer, 2019).
Pese a que la legislación de República Dominicana no define la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, y se desconoce los montos y empresas demandadas por acoso sexual, ya que existe un hermetismo en este tipo de casos por parte de las autoridades, sí hay referencia en el Código de Trabajo a la prohibición del acoso sexual por parte de “los empleadores” así como, también, a las prácticas desleales o contrarias a la ética del trabajo, como el uso de la fuerza, la violencia, la intimidación, la amenaza o cualquier forma de coerción. También, la Ley 41-08, de Función Pública (2008), prohíbe el “acoso sexual” en los ámbitos laborales del sector público.
Considerar los gastos en salud mental derivados de este tipo de violencia y desigualdades, también constituye un aciago peso a nuestra maltratada economía mundial, aunque sea más medible el impacto en términos de productividad perdida, costos sociales y salarios no ganados.
El impacto económico del patriarcado hace mella a los bolsillos de todos, no simplemente a las mujeres. Aunque sea difícil establecer una cifra precisa para su violencia intrínseca, nos cuesta a todos anualmente billones y billones de dólares; por una cuestión de eficiencia económica y de justicia social nos urge corregirlo.